Las empresas tienen una serie de responsabilidades que abarcan aspectos legales, financieros, hacia los clientes, proveedores, accionistas, éticos y, sobre todo, sociales. La responsabilidad social está generando una ola de cambios a nivel mundial, especialmente en el ámbito laboral, y se puede abordar de muchas maneras internamente. Un ejemplo destacado es la salud mental en el trabajo.
La salud mental tiene un impacto directo en la producción, afectando la sostenibilidad de la empresa a largo plazo. A nivel mundial, las empresas están implementando políticas de salud mental, ofreciendo capacitación, mejorando el ambiente laboral y brindando apoyo y recursos a sus colaboradores.
En el Perú, la salud mental afecta al 16% de la población, con una prevalencia de ansiedad del 34.15% y depresión del 25.22% (fuente: Minsa, octubre 2023).
Los colaboradores enfrentan cargas laborales, como la falta de oportunidades de desarrollo, sobrecarga de trabajo, inseguridad laboral y estrés orientado a la toma de decisiones. También enfrentan cargas personales, como la conciliación entre la vida laboral y personal, temas económicos, sociales y familiares.
Las empresas enfrentan desafíos para implementar programas de bienestar, capacitación y sensibilización debido a la falta de recursos. Esta falta de atención puede llevar a una mala productividad, alta rotación de personal y ausentismo por enfermedades, resultando en costos elevados.
Para medir el impacto de la salud mental en la productividad de la empresa, se pueden utilizar diversos indicadores:
1. Tasa de ausentismo: Días laborales perdidos debido a enfermedades, incluyendo problemas de salud mental.
2. Rotación de personal: Porcentaje de empleados que dejan la empresa en un periodo determinado.
3. Productividad individual: Medición del rendimiento y output de cada empleado.
4. Encuestas de clima laboral: Evaluaciones periódicas sobre la satisfacción, bienestar y percepción del ambiente laboral.
5. Evaluaciones de desempeño: Revisión del rendimiento laboral de los empleados por sus supervisores.
6. Costos de atención médica: Gastos relacionados con servicios de salud mental, tratamientos y terapias.
7. Tasa de incidentes laborales: Número de accidentes o errores laborales.
8. Horas extra trabajadas: Cantidad de horas adicionales trabajadas por los empleados.
Utilizando estos indicadores, las empresas pueden obtener una visión integral del impacto de la salud mental en la productividad y tomar medidas proactivas para mejorar el bienestar de sus empleados.
Bajo este enfoque, es esencial que las empresas reorienten sus recursos no solo en generar números, sino en formar personas que se identifiquen y se comprometan con la empresa. Fomentar un ambiente laboral saludable y apoyar la salud mental de los empleados asegura un crecimiento constante y sostenido. Ignorar estos aspectos puede poner en riesgo la viabilidad a largo plazo de la empresa
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